Desde hace algunos años, existe una guerra no declarada entre Estados Unidos y la República Popular China. A diferencia del actual conflicto entre Rusia y Ucrania, esta guerra no es por el territorio. Se trata más bien de adquirir ventajas en un conjunto de tecnologías clave como la inteligencia artificial (IA), el aprendizaje automático (ML), la 5G, la computación en la nube y la cuántica, la ciberseguridad, la microelectrónica y la realidad extendida.
El Partido Comunista Chino tiene un plan para ganar esta guerra basado en la creación y el apoyo a un conjunto de los llamados campeones nacionales. Por desgracia, el Congreso de Estados Unidos está impulsando una legislación antimonopolio que perjudicaría innecesariamente a nuestro sector tecnológico, al tiempo que podría otorgar a China una ventaja tecnológica permanente. Si China gana la lucha por dominar estas tecnologías clave, socavará las libertades de las que disfruta el pueblo estadounidense, debilitará a este país económicamente y amenazará nuestra seguridad nacional.
En general, se reconoce que el futuro del mundo dependerá del dominio de las tecnologías críticas generalmente asociadas a la explotación de la información. Estas tecnologías están cambiando casi todos los aspectos de la vida estadounidense. Además, las empresas que nos han aportado una cornucopia de avances basados en las tecnologías de la información generan billones de dólares de actividad económica y emplean a millones de trabajadores en puestos de trabajo buenos y bien remunerados.
Estas mismas tecnologías avanzadas, pero en particular la IA, están cambiando no sólo la forma en que se organizan las fuerzas militares y se llevan a cabo las operaciones, sino también la propia definición de poder militar. El Subsecretario de Defensa para la Investigación y la Ingeniería publicó un informe, Technology Vision for an Era of Competition (Visión tecnológica para una era de competencia), que insta…