Cada vez que acontece un acto de barbarie, esas escenas de violencia a las que lamentablemente estamos acostumbrados, que las naturalizamos como parte inevitable de esta sociedad, alguien dice, incluso muchas veces me escuché respondiendo o pensando lo mismo: falta cultura. “Un cacho de cultura”, como decía Clemente, el famoso personaje del querido Caloi.
La cultura es, por sobre todas las cosas, lo opuesto a la violencia. Es el entramado social que intenta acotar toda acción que aspira a desestructurar lo que nos define como humanos. La cultura se opone a la violencia que lastima los cuerpos, las emociones y lo espiritual de cada habitante del planeta. Pero también es una defensa contra todo acto violento que pretende devaluar o destruir nuestra identidad, la sociedad que somos en un tiempo y en un lugar, con una historia que nos constituye, que define nuestro ser.
Breve reflexión de la cultura como salida
Hace varios años fui invitado a la feria del libro de Corrientes, no solo recorrí esa bella provincia, sino que además me traje algunos aprendizajes y un puñado de bellos amigos. Corrientes cuenta con tradiciones muy arraigadas. Posee una riquísima historia, de gran influencia en la formación de la nacionalidad, su propia música y su propia danza, el chamamé, una población prácticamente bilingüe (el idioma guaraní tiene reconocimiento como lengua oficial junto con el español) y con una idiosincrasia muy característica. La cultura correntina es sólida y peculiar, resultante de un mestizaje que proviene de los primeros tiempos virreinales. Pero, para demostrarnos que no todo es pasado para los correntinos, ha surgido ÑANDÉ MAC (“Nuestro –voz guaraní– Museo de Arte Contemporáneo”).
¿Quiénes somos? ¿Cuál es la verdad latinoamericana? Argentina no es Buenos Aires, debemos colaborar con la descentralización, con el poder retenido en un epicentro, y el arte es una de las vías más regias para alcanzar ese fin, la…