Robert Menéndez, exsenador de Nueva Jersey y otrora figura poderosa en la política de Washington, ha sido condenado a 11 años de prisión tras ser declarado culpable de soborno y corrupción.
El veredicto, pronunciado en una sala de tribunal abarrotada de Manhattan, se encuentra entre las penas más duras jamás impuestas a un exfuncionario federal.
El juez Sidney H. Stein reconoció la influencia pasada de Menéndez, pero condenó sus acciones. «Estaba en la cima de nuestro sistema político», comentó el juez Stein antes de anunciar la sentencia. «En algún momento, perdió el rumbo. Servir al bien público se convirtió en servir a sus propios intereses», añadió, según The New York Times.
Menéndez, conocido por su elocuencia en el Senado, rompió a llorar mientras se dirigía al tribunal. Al tiempo que reafirmaba su intención de apelar, expresó el peso de su condena. «Cada día que me levanto es un castigo», dijo. «Les pido que templen la espada de la justicia con la misericordia debida a toda una vida de servicio», añadió el expresidente de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado.
Su familia, incluidos sus dos hijos, Alicia Menéndez, presentadora de MSNBC, y Rob Menéndez, congresista de EE. UU., estuvo presente en la sala del tribunal. Su presencia puso de manifiesto el coste personal de la batalla legal, que llevó a Menéndez a dimitir del Senado en agosto tras el veredicto de un jurado que lo declaró culpable de aceptar sobornos, entre ellos dinero en efectivo, lingotes de oro y vehículos de lujo, a cambio de favores políticos.
En el momento de su acusación, Menéndez ocupaba el influyente cargo de presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado. Los fiscales federales argumentaron que aprovechó este cargo para influir en la política exterior de Estados Unidos, especialmente en lo que respecta a Egipto.
El fiscal Paul Monteleoni hizo hincapié en la gravedad de las acciones de Menéndez, calificándolas de «grave traición a la confianza», según informó The New York Times. «Creía que el poder que ejercía era suyo, en lugar de una responsabilidad para con el pueblo», declaró Monteleoni.
La condena de Menéndez sienta un precedente histórico, convirtiéndolo en el primer senador estadounidense declarado culpable de actuar como agente de un gobierno extranjero. Los fiscales federales habían solicitado una sentencia mínima de 15 años, argumentando que sus delitos se encontraban entre los casos de corrupción más atroces que jamás hayan involucrado a un senador en ejercicio. «Este puede ser el caso de corrupción más grave que haya involucrado a un senador estadounidense en la historia del país», declararon los fiscales, según The New York Times.
Sin embargo, los abogados defensores de Menéndez pintaron un panorama diferente, destacando sus humildes comienzos y décadas de servicio público. El abogado Adam Fee instó al tribunal a imponer una sentencia de no más de ocho años, afirmando que Menéndez no era un criminal empedernido. «Si nuestros peores momentos nos definieran, muchos de nosotros no estaríamos aquí hoy», argumentó Fee. También advirtió de que una sentencia más larga impediría a Menéndez cumplir su condena en un centro de mínima seguridad, lo que pondría aún más en peligro su bienestar, informó The New York Times.
Esta sentencia supone una caída dramática para Menéndez, pero sus batallas legales pueden continuar a través de apelaciones. Su caso también vuelve a llamar la atención sobre el persistente problema de la corrupción en la política estadounidense, lo que plantea cuestiones más amplias sobre la responsabilidad y la gobernanza.