Por Josefina Marcuzzi – Télam
Como Imagine Van Gogh, que se acaba se inaugurar en La Rural de Capital Federal y se convirtió en un fenómeno con más de 150 mil entradas vendidas por anticipado, las muestras inmersivas explotan la taquilla en diferentes puestas alrededor del mundo y expresan una nueva versión del arte en la que se borronean los límites de la relación del mundo tech y el espectáculo, al tiempo que inauguran nuevos estatutos que implican poner el cuerpo para habitar la experiencia artística.
Un fenómeno cultural que arrasa en el mundo. Un impacto visual sin precedentes y un momento bisagra del arte y de la cultura: las muestras inmersivas son un éxito rotundo con puestas dedicadas a Klimt, Monet, Frida Kahlo y Van Gogh, entre otras.
En escenarios posmodernos donde el goce está atravesado (y condicionado) por la magnitud de las emociones, la felicidad depende de algún posteo en las redes sociales y las personas buscan ser protagonistas de casi todo, esta nueva modalidad de exhibición llega para generar todo eso (y mucho más).
Con más de 150 mil entradas anticipadas vendidas, Imagine Van Gogh extendió su apertura hasta el mes de mayo en Buenos Aires. En Ciudad de México, en una galería de 1.300 metros cuadrados, los espectadores caminan por un espacio tapizado por 36 pantallas donde se proyectan más de 3 mil imágenes rotativas de Renoir, Cézanne, Degas, Pissarro y Manet. En Granada, la obra de Goya puede apreciarse a través de un montaje de miles de imágenes proyectadas en 35 pantallas de más de 5 metros de altura.
¿Cuáles son las implicancias, condiciones y efectos del uso de la tecnología en el arte? ¿Dónde están los límites, si es que están, y cómo conviven el arte, el entretenimiento, el espectáculo y las herramientas tech en un mismo fenómeno? Télam conversó con María José Herrera, licenciada en Arte de la UBA, curadora y ex directora artística del Museo Nacional de Bellas Artes; Agustina Rinaldi,…