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Haití/Violencia: entre la admisión de su fracaso y las vacilaciones, Estados Unidos se estanca

CTN News

El Departamento de Estado de Estados Unidos confirmó el jueves el secuestro de dos ciudadanos estadounidenses en Haití. La pareja, Dickens Toussaint y su esposa, Abigail Michael Toussaint, fueron secuestrados el 18 de marzo.

Durante una sesión informativa sobre los esfuerzos para localizar a las víctimas, un portavoz del Departamento de Estado, Vedant Patel, dijo que estaba en contacto regular con las autoridades haitianas. Los matones exigen 200.000 dólares estadounidenses a cambio de la liberación de las víctimas.

Durante la jornada del 30 de marzo, los medios de comunicación de la capital informaron de cerca de 8 casos de secuestro, entre ellos el del Dr. Joël Nazon Cinéas perpetrado en Berne Lane. Contactado por CTN, el gabinete de prensa de la Policía Nacional se mostró prudente al respecto. Casi 24 horas más tarde, en Portail-Léogane, en pleno centro de la capital, una patrulla de policía frustró un intento de secuestro.

Entre la falta de voluntad política de las autoridades del Estado y la falta de equipamiento de la Policía Nacional, los verdugos parecen estar a punto de volcarlo todo para aumentar su territorio. Los cadáveres abandonados en las calles se han convertido en moneda corriente. Es una capital asediada, una población atrapada cuya precariedad les lleva, a pesar de todo, a las calles ensangrentadas en busca de comida.

El uso sistemático de la tortura

Para obligar a los familiares de las víctimas a pagar el rescate, los sanguinarios, en su crueldad, inventan todo tipo de prácticas abyectas. Vídeos, algunos de los cuales se han colgado en las redes sociales, muestran los gemidos de las víctimas. Un hombre, con el torso desnudo, las manos y los pies fuertemente atados, gime bajo las llamas producidas por un recipiente de plástico. La imagen es repugnante y el dolor irresistible. Este es el calvario de muchos secuestrados cuando no son simplemente ejecutados.

Estadounidenses bajo fuego

“Los que están más cerca de los desafíos saben mejor dónde están las oportunidades para la paz”, dijo el jefe del cuerpo diplomático de Estados Unidos en su cuenta de Twitter. Anthony Blinken, en el mismo “post” retransmitido por su representación diplomática en Puerto Príncipe, deja entrever la esperanza de que los estadounidenses contribuyan efectivamente al restablecimiento de la seguridad de la vida y los bienes en Haití. “Los nuevos planes decenales de implementación de la Estrategia para Prevenir Conflictos y Promover la Estabilidad hacen hincapié en la creación de asociaciones locales para lograr un cambio positivo en las comunidades”, afirmó en el mismo tuit.

A modo de reacción y en un intento aparentemente desesperado por recordar al Secretario de Estado estadounidense el nivel de implicación visceral de su país en la incalificable crisis que atraviesa su país, los internautas se apresuraron a expresar por un lado su frustración y por otro lo que esperan de su poderoso y aún dubitativo vecino.

“Nou fin kreye afè nou, konya nou vle pote remèd. BonDye wè nou”. En el típico criollo haitiano, este internauta señala a Estados Unidos como responsable. El tono es directo y el mensaje muy claro, sin aportar la más mínima argumentación.

“Espero que la noticia llegue a sus oídos como llegó a los míos. ¿Hemos oído que unos bandidos han establecido su base en el aeropuerto? ¿Vamos a perderlo, así como la entrada sur y norte y las zonas circundantes de Haití?

“Sólo quiero un poco de paz, no pido comida ni dinero, puedo trabajar para ello. Sólo necesito seguridad. Haití es mi única herencia, no tengo otro lugar adonde ir. Por favor, ayúdennos”.

En su último informe sobre los numerosos crímenes cometidos en Haití, publicado en enero, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) señalaba a Estados Unidos como la principal fuente de “armas y municiones [de contrabando] para los hombres sin ley que aterrorizan a la población haitiana”. Florida, en concreto, ostenta el récord de la mayoría de las pistolas y potentes rifles, incluidos AK47, AR15 y Galils, que llegan a Haití, donde la capital está casi totalmente bajo el control de bandas armadas. Estas armas importadas ilegalmente se exhiben en las calles y prácticamente neutralizan a las fuerzas del orden, que parecen estar perdiendo la confianza de la población civil a medida que la crisis se prolonga.

Si bien es cierto que el Departamento de Estado estadounidense aboga por una estrategia de 10 años de acciones para promover la estabilidad en Haití, probablemente existan dudas legítimas sobre la voluntad de Estados Unidos de incluir a Haití en su lista de prioridades.

En opinión de Amnistía Internacional, el mundo occidental, con Estados Unidos a la cabeza, está siendo muy hipócrita en lo que califica de doble rasero. En un informe de más de 500 páginas, la ONG es explícita. “Si quiere ganar la guerra en Ucrania, el mundo occidental no puede tolerar al mismo tiempo actos de agresión similares en otros países sólo porque sus intereses están en juego”, esta cita del informe deja claro que son los intereses de los dirigentes occidentales los que determinan sus prioridades.

Sobre la cuestión de la migración, Amnistía Internacional critica a los países europeos y norteamericanos, y en particular a Estados Unidos, que entre septiembre de 2021 y mayo de 2022 deportó a más de 25.000 haitianos mientras permitía el acceso a su territorio a decenas de miles de ucranianos.

A pesar de su visita a Canadá el 23 de marzo, el presidente estadounidense no ha logrado convencer a las autoridades canadienses que, según el plan de Washington, deberían asumir el liderazgo de una misión de paz en Haití. Tras esta negativa, considerada por muchos como un fracaso, Joe Biden parece a punto de reinventar una fórmula: “Consultar con las organizaciones de base haitianas, académicos y otros para ver cómo Estados Unidos puede ayudar a combatir la violencia y la inestabilidad”.

El subsecretario de Estado estadounidense para el Hemisferio Occidental, Brian Nichols, que ha visitado Haití en numerosas ocasiones, se ha limitado a hacer promesas, tras reuniones sin resultados concretos con el jefe del gobierno haitiano, Ariel Henry, actores políticos, miembros del cuerpo diplomático, del sector privado, entre otros.

Durante el año 2022, más de 45 millones de dólares fueron asignados por el gobierno de EE.UU. a la Policía Nacional de Haití. Se espera que este fondo ayude a fortalecer la institución policial y así pacificar las zonas controladas por las pandillas. Como resultado, de enero a marzo de este año, 17 policías fueron asesinados y 2 fueron dados por desaparecidos. Las comisarías y subcomisarías son blanco sistemático de las bandas armadas.

Si los Estados Unidos de América nunca han perdido la ocasión de comunicar sobre los pesados sobres dedicados al país, alabando su relación de buena vecindad con Haití, el agravamiento del clima de inseguridad mantenido por la crisis política tiende a confirmar la ineficacia de la ayuda aportada hasta ahora por el país más poderoso del planeta a su vecino.

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