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La violencia en línea, de la vagina de la explotación al pene de la impunidad en Haití

CTN News


La intimidad del cuerpo femenino es muy codiciada por el varón en la vida social. En el caso de Haití, esto significa que hacer públicas las partes íntimas del cuerpo de una mujer o sus documentos sensibles y otros objetos que se supone que son privados, o acosarla, incluso proferir amenazas en línea, tiende a ser tomado mucho menos en serio por la sociedad que si un hombre dijera que su mujer no cocina para él o le está siendo infiel. ¡Ay la putada, la gente dirá a priori y equivocadamente! Al igual que la violencia física deja cicatrices, la violencia en línea también puede tener consecuencias inimaginables para quienes son víctimas de ella, especialmente mujeres y niñas.

Periodista de carrera, Arielle (nombre ficticio) aún no ha vivido el susto de su vida. Medianoche del 13, mientras ella dormía en camisón, otoño de 2021, aparece este futbolista de Léogȃne (no diremos su nombre porque en el momento de escribir estas líneas aún no hemos recibido su versión), que emigró a Brasil y luego a los Estados Unidos de América y buscaba presas fáciles para satisfacer su fantasía de macho dominante, según la víctima denunciada. Sin darse cuenta, Arielle se sobresaltó al oír el timbre de su teléfono, lo cogió y era una videollamada en Messenger. Sin sujetador, con los pechos a la vista, al ver esto, el autor de la llamada tuvo tiempo de hacer capturas de pantalla, sin que ella supiera nada hasta entonces.

De la admiración a la conmoción

Todo empezó con una admiración por el trabajo del periodista. El futbolista se encargó de encontrar el número de la joven, tras su participación en un programa de radio. Al principio, mostró su admiración por ella, desde mensajes de texto todo el día, a llamadas sin parar, a acoso.
Una vez me exigió que dijera las palabras ‘te quiero’ por teléfono, era como si estuviera grabando la conversación”, cuenta Arielle, y añade que su admirador estaba desesperado por convertirse en su pareja. Siempre se ha negado, explica. Arielle afirma que no sólo fue acosada en Internet, sino también amenazada por su agresor, al que tuvo que bloquear en apenas semana y media de intensa conversación en las redes sociales y denunciar su cuenta. Incluso tuvo tiempo de crear otra cuenta para seguir acosándola y amenazándola, dice Arielle. Al no salirse con la suya, el leoganista, que tanto deseaba iniciar una relación amistosa y/o romántica con la periodista, pasó de un golpe de aprecio desmedido al ciberacoso/cyberbullying, incluso al sexting no consentido y al doxing, entre otras formas que puede adoptar la violencia online.
Arielle revela que le ha costado mucho recuperarse de esta situación, que ha marcado su comportamiento hacia las personas que conoce o con las que mantiene relaciones profesionales, incluso fuera de las redes sociales. Mientras tanto, Arielle también deja claro que no fue la última víctima del futbolista, que salió prácticamente ileso, según denuncia. Tantas mujeres haitianas sufren agresiones en línea contra su feminidad sin que la ley pueda intervenir, dejando lesiones y conmociones a menudo sin tratar, lamenta Arielle.

Lo que aprendemos de la violencia en línea

Según ONU Mujeres, la entidad de las Naciones Unidas dedicada a la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres, la violencia en línea o digital contra las mujeres en particular se refiere a cualquier acto de violencia cometido, asistido o agravado por el uso de las tecnologías de la información y la comunicación (teléfonos móviles, Internet, redes sociales, juegos de ordenador, mensajes de texto, correos electrónicos, etc.) por el mero hecho de ser mujeres. Esta violencia, por así decirlo, puede adoptar muchas formas.
“El futbolista, (que responde al nombre de Robert) no paraba de enviarme mensajes con el objetivo de intimidarme, obligarme o invitarme a satisfacer todos sus caprichos”, explica Arielle. Esto es lo que la agencia de la ONU considera ciberacoso, que consiste en enviar mensajes intimidatorios o amenazadores a personas a través de Internet.
Con las capturas de pantalla, Robert pensó que podría chantajear a Arielle. “Si te niegas a ponerte conmigo, publicaré la imagen, aunque turbia, de tus pechos en las redes sociales”, confesó. En este sentido, el sexting no consentido implica la transmisión electrónica de mensajes o fotos explícitos sin el consentimiento del destinatario. De ahí el sexting no consentido.
Otra forma de violencia en línea es el doxing. Se trata de la difusión pública de la información privada o la identidad de la víctima. El agresor incluso intentó atacarla desde sus cuentas personales en las redes sociales, cuenta Arielle, que indica que pudo tener un momento de respiro con Robert simplemente porque vive en Estados Unidos, donde las leyes al respecto son bastante estrictas. No es el caso de Haití, donde no existen leyes específicas sobre la cuestión.
Sin embargo, los casos de insultos gratuitos, incitación al odio y difusión de información falsa en la red no pueden descartarse como temas de violencia en línea.

Por ello, hay que subrayar que, a pesar de sus muchas ventajas, Internet también puede ser un espacio de odio y hostilidad, especialmente para las mujeres, las niñas, las minorías raciales y étnicas, las personas LGBTQ+ y otras comunidades marginadas, que tienen más probabilidades de que se explote su imagen en la Red, como se ha encargado de señalar el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA).

La situación de la violencia digital en el mundo y en Haití

In the midst of the social network boom, resulting from the dizzying development of new information and communication technologies (NICT), male domination as it is in social life today has not shied away from being transported to where, for the most clever, it is possible to adopt a certain digital identity by hiding behind fictitious characters with the intention of doing terrible harm.

Citing a study conducted only on people over 18 years in 2020, from the Economist Intelligence Unit, the United Nations Population Fund says that 85% of women worldwide have experienced or witnessed digital violence against other women, while 57% of women have had their videos or images online abused or manipulated. Where this form of violence is more alarming is when Sensity AI, cited by UNFPA, claims that 96% of online deepfake videos, i.e. digitally altered, are pornography featuring women. Why then are women the most victims of online violence, one might ask?

Es práctica común en Haití que un hombre decida publicar las partes íntimas de su ex novia tras una ruptura por venganza, deseo de degradarla o hacerle daño, sin preocuparse por el daño psicológico que tales acciones puedan tener en la mujer, además del impacto social. Además, muchas personas de los medios de comunicación o de la industria cinematográfica, como sabemos, ya han pasado por esto. Se trataba simplemente de no propagar las imágenes sin que se tomara ninguna sanción contra estos hombres. Incluso sus nombres serán olvidados. Pero las víctimas sí. ¿Es normal explotar la vagina y no ser castigado por tener pene en Haití? Si para muchos esta cuestión puede rozar lo indecente, lo cierto es que la violencia de género merece una acción urgente para acabar con la dominación masculina, para que todos, hombres y mujeres, podamos ser iguales en todas las esferas de la vida social. Esto es lo que cree Arielle, que juzga que los violadores y delincuentes sexuales han quedado impunes con demasiada frecuencia en este país. Un precedente así sólo puede animar a delincuentes potenciales, que no temen ninguna acción disuasoria, a cometer sus delitos.

Por otro lado, si nos remitimos a los datos proporcionados por el Ministerio de la Condición y los Derechos de la Mujer (MCFDF), el Instituto Haitiano de Estadística e Informática (IHSI) o el UNFPA en Haití a través del documento “Informar sobre la violencia de género”, relativos a las diferentes formas de violencia contra las mujeres (violencia doméstica, violencia sexual, violencia física, matrimonio forzado, etc.), nos damos cuenta de que el número de mujeres víctimas de violencia es muy elevado. ), nos damos cuenta de que los índices de víctimas aumentan, y más aún en línea, a medida que avanzamos hacia un mundo 100% digitalizado.

De la tecnología a la violencia en línea

Dedicado a la codificación informática y autodenominado Rabbi of the Woods, este hacker invita al mundo a comprender que hoy vivimos en un mundo 100% digital, digitalizado, y que todo lo que ocurre surge de la pantalla, de Internet. Lamentando que no haya suficientes personas conscientes de ello y que no sepan cómo vivir en este entorno, el hacker aboga por lo que considera una conciencia digital.

En su intervención en el programa 5 sur 5 de France Bleu Paris en marzo de 2021, Rabbin des Bois afirmó que hay dos tipos de piratas informáticos: Los que van a explotar la vulnerabilidad de un sistema o de una persona para enriquecerse (…) y los que quieren alertar. Merece la pena mencionar aquí el hecho de que hay individuos que utilizan a propósito la tecnología para hacer daño escondiéndose tras identidades falsas.
El hacker Rabbi des Bois, que ahora se proclama denunciante en materia de ciberseguridad, ha dado la voz de alarma sobre el hecho de que, en lo que respecta a las libertades individuales y, por tanto, a los derechos humanos, la intimidad está amenazada con Internet, las redes sociales y los teléfonos móviles. Messenger, por ejemplo, es muy datavor. La aplicación “recogerá absolutamente todo lo que haya en tu teléfono”, se lee en francebleu.fr/emissions/le-5-sur-5-de-France-bleu-paris/107-1/rabbin-des-bois-hacker.

Autor de los libros “Lève-toi et Code, Confessions d’un hacker” y “Princesse Data” publicados por La Martinière, Rabbin des bois no dejó de llamar la atención de los usuarios sobre lo que generalmente les hace vulnerables. Para protegerse, les invitó a utilizar una contraseña específica para cada plataforma, a utilizar seudónimos, a diferenciar entre identidad personal y profesional, a evitar hacer clic en cualquier enlace…. Una cuestión de “conciencia digital, higiene digital”, dijo.
Por otra parte, para profundizar en el tema de la violencia en relación con la tecnología, ZoomHaïtiNews fue a entrevistarse con Sandy Clervil. Ingeniero informático, diplomado en seguridad e infraestructura tecnológica, explicó que para actuar, el estafador puede esconderse detrás de un artilugio electrónico para llevar a cabo sus delitos. En un espacio físico, se podría recurrir, pero a este nivel, el daño puede ser considerable, y la víctima puede no saber qué hacer, salvo denunciar o borrar su cuenta (WhatsApp, Facebook, Instagram, Twitter, Telegram, etc.), señala el ingeniero.

En cuanto al uso de aplicaciones, Sandy Clervil afirma que hay que aceptar ciertas condiciones relacionadas con la vida virtual. Sin embargo, añadió, una de las medidas importantes que hay que tomar en caso de violencia en línea es bloquear o eliminar la propia cuenta, procurando antes escribir y solicitar la recuperación de todos los registros. Porque una vez que los datos (personales o de otro tipo) se introducen en un servidor de aplicaciones, es difícil sacarlos o hacerlos desaparecer.

Dado que la mayoría de las veces son las mujeres las víctimas de la violencia en línea, el ingeniero informático invita a las víctimas a romper el silencio denunciando a los autores identificados. Según él, esto podría limitar las acciones y la presencia de los acusados en las redes sociales. El experto en informática también pide que se legisle sobre el fenómeno de la violencia en línea.

Violencia virtual, consecuencias reales

En opinión de la psicóloga haitiana Clairvina DOSSIÉ, la violencia, ya sea en línea o en la vida real, tiene consecuencias desastrosas para la salud mental y física de los jóvenes y representa un factor de estrés adicional. Arielle, la víctima denunciada desde el principio, nos contó que, como consecuencia de las constantes amenazas de su agresor, estaba terriblemente angustiada, traumatizada y sólo pudo volver al trabajo al cabo de una semana.

Para todos nosotros”, prosiguió el profesional de la salud mental, “nuestra identidad, tanto real como digital o virtual, es muy importante y nos pasamos la vida construyéndola y transformándola. Las personas conceden gran importancia a sus rasgos físicos, su identidad religiosa y cultural, su sexualidad, su sexo y su discapacidad. Estas características se utilizan a menudo para acosar a alguien en Internet”, señala la psicóloga.

Aunque virtual, la violencia en línea conduce a una pérdida de confianza en uno mismo y a un sentimiento de inferioridad en relación con los demás, argumenta Clairvina Dossié, sugiriendo que alguien que es víctima del racismo en línea puede empezar a negar el color de su piel. En su opinión, lo mismo ocurre si alguien es acosado en Internet por sus rasgos físicos, puede recurrir a la cirugía estética para mejorar su cuerpo, por ejemplo. El principal impacto de la violencia en línea en el comportamiento de las mujeres que la sufren puede manifestarse en una falta de autoestima y un sentimiento de inferioridad, afirma la trabajadora clínica.

Cuando se trata de la publicación no consentida de la vida privada de una mujer, especialmente de sus partes íntimas, o de los deepfakes (manipulación de imágenes mediante aprendizaje automático o inteligencia artificial), la psicóloga Clairvina Dossié cree que la sociedad está muy equivocada al pensar que las víctimas suelen ser responsables de lo que les ocurre. Y lo que es peor, se les suele recordar que no deberían enviar fotos y vídeos desnudas a sus novios, maridos u otras personas.

Sin embargo, sigue existiendo un sentimiento de vergüenza y culpabilidad asociado al hecho de hacer pública la vida íntima ante extraños, amigos y familiares”, afirma la psicóloga. Las mujeres que han sido víctimas de este acto pueden estar deprimidas, pueden tener problemas de comportamiento como: alejamiento de amigos y familiares como consecuencia del sentimiento de vergüenza. También está el sentimiento de culpa resultante de la culpa y el reproche que valida en cierto nivel el comportamiento del agresor de que la mujer no debe compartir sus partes íntimas en imágenes. Esto puede llevar incluso a casos más graves, dependiendo de cómo se trate el problema”, afirma el profesional.

Es importante comprender que una persona nunca es víctima de la violencia por su etnia, sexualidad, religión, sexo o discapacidad. Una persona sufre acoso o malos tratos debido a la actitud negativa y malintencionada del agresor. Esta es una de las primeras formas de combatir el sentimiento de culpa en una persona que está conmocionada y confundida tras haber sido víctima de violencia online, sugiere la psicóloga, que añade que es igualmente importante que la persona desconecte un poco de las redes sociales, pase tiempo con personas que puedan apoyarle, practique ejercicio físico, yoga, actividades que pueden ayudar a aliviar los niveles de estrés.

Desde el ataque con Robert, Arielle, que ha tenido que buscar atención psicológica, vive no sólo con el miedo constante a las redes sociales, sino también con la sensación de que cualquier nuevo contacto podría ser un acosador en potencia.

De la falta de aplicación y la anarquía a la impunidad sistemática

El sistema de impunidad en Haití fomenta todo tipo de violencia, según varias organizaciones de derechos humanos de Haití. Pocos casos de justicia prosperan, dependiendo de si se dispone de grandes medios económicos. Ante un campo tan abierto, los delincuentes o agresores potenciales pueden despreocuparse de lo que pueda ocurrirles, sabiendo que el sistema judicial haitiano está corrompido hasta la médula. Las recientes sanciones internacionales contra el ministro de Justicia haitiano, Berto Dorcé, y el ministro del Interior, Liszt Quitel, por connivencia con los presuntos líderes de las bandas que alimentan el caos en Haití, así lo ilustran. La sociedad se conforma con que dimitan o sean destituidos de sus cargos. Por lo demás, hasta la fecha no ha ocurrido nada más en el lado haitiano. Tanto si se asesina a un presidente de la República, como si se pone en libertad a un presidente del Colegio de Abogados o a un director, profesor u otro profesional tras agredir, violar o matar a una mujer, el sistema judicial sigue retrasado. Entonces seguimos adelante.

Sin embargo, es importante señalar que Haití no dispone de leyes específicas sobre la violencia de género, y mucho menos sobre la violencia en línea. Sin embargo, los capítulos del código penal que tratan de las agresiones y las lesiones se aplican a todos los tipos de violencia. Además, también deben tenerse en cuenta los convenios internacionales sobre violencia de género ratificados por Haití.

Sin embargo, sigue siendo insuficiente denunciar a una persona reconocida como autor de violencia en línea o denunciar su cuenta, cuando en realidad no se inicia ningún procedimiento judicial. Y en el mejor de los casos, cuando ocurre, es un caso cerrado”, se lamenta Arielle.

Mientras tanto, el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) ha advertido de que los infractores de los derechos de autor se enfrentan a sanciones penales. Sus contenidos en plataformas digitales también se eliminan rápidamente. Este no es el caso de las víctimas de la violencia en línea, que se enfrentan a obstáculos y tienen pocos derechos legales, según la agencia de la ONU.

El UNFPA aboga por una verdadera ley que tipifique como delito la violencia perpetrada en Internet y dirigida con mayor frecuencia contra las mujeres, incluida la violencia en línea, por lo que pide a las empresas tecnológicas y a los responsables políticos que no hagan más hincapié en la protección de los derechos de autor, sino también en los derechos humanos en línea. De ahí el movimiento “bodyright” del UNFPA, considerado como un nuevo derecho de autor para el cuerpo humano, que exige que las imágenes de nuestros cuerpos reciban en Internet el mismo respeto y protección que los derechos de autor concedidos a la música, las películas e incluso los logotipos corporativos.

Por eso, el Fondo de Población de las Naciones Unidas se ha unido a la World Wide Web Foundation para pedir a Facebook, Google, TikTok y Twitter que hagan de la seguridad en línea de las mujeres una prioridad, exigiendo a estas empresas que cumplan los compromisos que adquirieron en el Foro Generación Igualdad 2021 celebrado en París.

Poner fin a la violencia en línea en Haití, ¿por dónde empezar?

¿Qué ocurriría si una mujer decidiera hacer pública en las redes sociales una imagen de un pene (erecto o no) atribuida a un hombre conocido o desconocido? Aparte de consideraciones morales, ¿sería tan chocante para el público como si de hecho se tratara de una vagina publicada por un hombre? Esto podría dar lugar a comentarios sobre el uso del cuerpo de la mujer para la dominación o la explotación, otorgando al hombre cierto derecho a actuar sobre la base de su masculinidad. En otras palabras, violar o agredir a una mujer parecería normal, mientras que castigar a un violador parece costar mucho al orden social.

La lógica del doble rasero se ha puesto de manifiesto en los casos en los que se publicaron en Internet imágenes del ex director de la Oficina Nacional Haitiana de Migración (ONM), Eude Lajoie, masturbándose delante de su webcam en 2018 y las de la actriz Widiana Bourdeau en 2021. Los discursos versaban mucho más sobre el tamaño del pene del director, su voz o su posición como funcionario del Estado. Mientras que para la actriz, muchos dieron a las imágenes una connotación de puta sin saber siquiera el quid de la cuestión. Y al final, según las últimas palabras de Arielle en su testimonio, después de haberlo intentado todo para protegerse de Robert, todo acabó como si no hubiera pasado nada. El hombre reanudó rápidamente el curso de su vida, abandonó a su víctima, pasó a conquistar a otra, y así sucesivamente.

Como resultado, nueve de cada diez mujeres (92%), nos dice el UNFPA, afirman que la violencia en línea afecta a su sensación de bienestar y más de un tercio (35%) han experimentado problemas de salud mental como consecuencia de la violencia en línea. Esta violencia también inhibe la expresión auténtica y limita el sustento profesional y económico de quienes dependen de los espacios en línea y las redes sociales. Esto subraya aún más la urgencia de que los agentes nacionales e internacionales actúen sobre las palancas de incentivación para garantizar que los derechos humanos se protegen y respetan en línea como en cualquier otro lugar. Las leyes penales no han reducido los feminicidios ni la violencia sexual, física y psicológica en Haití. Esto demuestra claramente que las instituciones que deben hacer cumplir y respetar las leyes deben necesariamente cumplir su misión, en cuyo caso deben prevenir la violencia y estar dispuestas a reprimir absolutamente a todos los culpables.

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