Una mujer que se acuesta y se despierta sin su marido. Niños que preguntan cuándo volverán a ver a su padre. Llamadas telefónicas diarias a individuos que se han hecho famosos por el poder de sus armas: así es la nueva realidad de la familia de Pierre-louis Opont desde hace más de dos meses.
Secuestrado el 20 de junio de 2023, el antiguo presidente del Consejo Electoral Provisional (CEP) tiene problemas de salud muy graves que le obligan a tomar religiosamente su medicación y a visitar regularmente a su médico de cabecera. Estos problemas no son lo suficientemente graves como para conmover los corazones endurecidos de estos bandidos despiadados.
A pesar de pagar un rescate, los matones se niegan a liberar al copropietario de Télépluriel, dejando a su familia en la mayor angustia, como en una película de terror cuya fecha final sólo conocen los secuestradores y sus secuaces.
Los repetidos llamamientos y protestas de varias asociaciones patronales no han tenido hasta ahora ninguna repercusión en la industria armamentística.
Hace varias semanas, el gobierno desplegó todos los medios y tácticas posibles para facilitar la liberación de los dos ciudadanos estadounidenses secuestrados en Puerto Príncipe el pasado mes de julio, según el Departamento de Estado, que elogió la diligencia y determinación de las autoridades haitianas. Un favor al parecer demasiado prestigioso para concedérselo a Pierre-Louis Opont, que ha dedicado toda su vida profesional a servir a su país.
Víctima también de un espectacular secuestro en su domicilio ocho días antes que el de su marido, la periodista estrella de Radio Vision2000 y Télépluriel, Marie Lucie Bonhomme, ya no sabe qué camino tomar, a qué puerta llamar para que su marido pueda regresar a casa.
Su hermana mayor, Justine Opont, también víctima del secuestro hace más de dos meses, también había publicado varios mensajes pregrabados rogando a los secuestradores que mostraran un poco de humanidad hacia su hermano. Una palabra sencilla, pero que al parecer no forma parte del vocabulario de los reyes de la jungla del área metropolitana de Puerto Príncipe, que siguen aterrorizando a la población ante la mirada pasiva y cómplice de las autoridades gubernamentales.