Hay casos de animales que mueren durante estos trayectos. Algunos consejos para cuidarlos.
El 18 de enero se murió Kenso, un pomerania, mientras viajaba en avión desde Tolú a Medellín con su familia. Iba en su guacal y en cabina, en los pies de sus propietarios, pero comenzó a inquietarse y a presentar síntomas de estrés. Por políticas de manejo de animales en los vuelos, no pudieron sacarlo del guacal para calmarlo y, eventualmente, falleció ahí, así, en medio del aterrizaje. El año pasado, por estas mismas fechas, 13 de enero, se conoció otra historia que, como la de Kenso, despertó un debate sobre las políticas de las aerolíneas.
En esa ocasión la víctima fatal fue Homero, una raza más grande, pitbull, quien viajaba en la ruta Puerto Asís-Cali pero que, a diferencia de Kenso, no fue aceptado en cabina sino en la bodega de la aeronave, con el equipaje. Al finalizar el trayecto, su propietaria lo encontró bajo maletas, encerrado en su guacal, muerto.
Sin importar si son perros o gatos, la raza, el tamaño o el lugar de la aeronave en el que viajan, estas mascotas, familia para muchos, corren riesgos de sufrir episodios de ansiedad, estrés, de tener golpes de calor, deshidratarse y hasta morir, por lo que los médicos veterinarios tienen consejos y recomendaciones para hacer el viaje más cómodo para todas las partes y evitar eventualidades.
La médica veterinaria Natalia Gil explica que hay unas razas más predispuestas a sufrir riesgos durante un vuelo: aquellas con el plano nasal más corto y las fosas nasales más estrechas, braquicefálicos, como los bulldog francés o inglés o los pug y como los persas, en el caso de los gatos. Tienen restringido el paso de aire y, en situaciones de estrés y ansiedad, donde aumenta la frecuencia respiratoria, pueden tener dificultad para oxigenarse. También aquellas razas muy peludas que, en aumentos de temperatura, están más predispuestos a golpes de calor.
El ideal, según la directora de la…