La presidenta de Honduras, Xiomara Castro, ha amenazado públicamente con expulsar a las fuerzas militares estadounidenses estacionadas en Honduras si el expresidente Donald Trump sigue adelante con sus planes de deportaciones masivas de ciudadanos hondureños con antecedentes penales.
Estas declaraciones, realizadas durante una emisión televisiva el miércoles, desataron un debate internacional sobre el estado de las relaciones entre Estados Unidos y Centroamérica.
«Ante la actitud hostil de expulsiones masivas de nuestros compatriotas, debemos considerar la revisión de nuestras políticas de cooperación con Estados Unidos, particularmente en el ámbito militar», dijo la señora Castro. También señaló que las bases militares estadounidenses, que se mantienen en Honduras desde hace décadas, no reciben ninguna compensación económica, mientras que Estados Unidos recibe una importante ayuda exterior.
En Honduras se encuentra la base aérea Soto Cano, un emplazamiento militar estratégico que alberga la principal fuerza de tarea estadounidense en Centroamérica.
Xiomara Castro es la primera dirigente de la región que amenaza con represalias ante la perspectiva de deportaciones masivas de inmigrantes ilegales a Estados Unidos por parte de un futuro presidente estadounidense de extrema derecha.
Según el ministro hondureño de Asuntos Exteriores, Enrique Reina, la Sra. Castro tiene potestad para ordenar la retirada del personal militar estadounidense sin necesidad de aprobación legislativa. Esta capacidad pone de relieve el riesgo de repercusiones diplomáticas inmediatas si Estados Unidos llevara a cabo tales expulsiones.
Por su parte, Donald Trump ha prometido una política de deportaciones sin precedentes, dirigida principalmente a los inmigrantes ilegales con antecedentes penales o que ya han sido deportados. En respuesta a las amenazas de Castro, el equipo de transición de Trump expresó su compromiso de trabajar con los socios latinoamericanos.
«La administración Trump espera trabajar con nuestros socios en América Latina para reforzar la seguridad de nuestra frontera sur y facilitar el retorno de los inmigrantes ilegales a sus países de origen», dijo Brian Hughes, portavoz del equipo de transición de Trump, en un comunicado retransmitido por el New York Times y el Washington Examiner.
Por otro lado, la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, adoptó una postura más conciliadora y dijo estar dispuesta a trabajar con Estados Unidos para gestionar el retorno de los migrantes. «Pediremos a Estados Unidos que, en la medida de lo posible, los migrantes no mexicanos sean devueltos a su país de origen. De no ser así, colaboraremos a través de distintos mecanismos», dijo el viernes.
Mientras esta tensión geopolítica se intensifica, las implicaciones para las relaciones entre Estados Unidos y Honduras y para las políticas migratorias regionales siguen siendo inciertas.
La amenaza de la Sra. Castro podría marcar un punto de inflexión en la cooperación militar y diplomática entre ambas naciones.
Por su parte, los dirigentes de Haití aún no han aclarado su posición sobre la agresiva política de deportaciones anunciada por Donald Trump. En varias ocasiones, Trump ha hecho comentarios polémicos sobre los haitianos que viven en Estados Unidos, en particular los que viven en Springfield (Ohio), a los que ha acusado, sin pruebas, de comerse las mascotas de los habitantes de la ciudad.