El Senado ha aprobado la Ley Laken Riley, un proyecto de ley que obliga a las autoridades federales a detener a los migrantes acusados de robo y delitos violentos, lo que supone un giro decisivo en la política de inmigración de Estados Unidos bajo la presidencia de Donald Trump.
La medida, la primera gran victoria legislativa de Donald Trump pocas horas después de su investidura, refleja la prioridad de la Administración de reforzar la aplicación de la ley de inmigración y acelerar las deportaciones.
El proyecto de ley, que lleva el nombre de una estudiante de enfermería de Georgia cuyo asesinato a manos de un venezolano alimentó la retórica de la campaña, fue aprobado 64-35, con el apoyo de 12 senadores demócratas.
Según Associated Press, el proyecto de ley representa un importante giro a la derecha en el Congreso en materia de inmigración y seguridad fronteriza, demostrando la cooperación bipartidista en algunas propuestas de aplicación de la ley.
Trump, que ha hecho de la represión de la inmigración ilegal una de sus principales prioridades, acogió con satisfacción la aplicación del proyecto de ley.
En un discurso ante sus partidarios, afirmó: «No queremos que entren criminales en nuestro país» y dijo que esperaba que la ley se promulgara «en la próxima semana o así».
La ley amplía su ámbito de aplicación a los inmigrantes acusados de agredir a agentes de policía o de cometer delitos que causen lesiones graves o la muerte.
Los partidarios de la ley afirman que aborda problemas de seguridad pública y responsabiliza a los inmigrantes de sus actos delictivos. «Cualquiera que cometa un delito debe rendir cuentas. Por eso he votado a favor de la Ley Laken Riley», declaró la senadora demócrata Catherine Cortez Masto en las redes sociales. El senador John Fetterman (D-Pa.), por su parte, insistió en la compatibilidad de una frontera segura con el apoyo a la inmigración, según informó Associated Press.
Los críticos del proyecto de ley, sin embargo, expresaron su preocupación por sus implicaciones para las políticas de inmigración federales y estatales.
La senadora por Washington Patty Murray, líder de los demócratas en la Comisión de Finanzas del Senado, afirmó en un discurso que la legislación «castigaría a los inmigrantes legales y socavaría los derechos de los estadounidenses a un proceso justo», al tiempo que desviaría recursos de las amenazas reales.
La aplicación de la ley depende de una financiación sustancial, con un coste estimado de 83.000 millones de dólares en los próximos tres años, según una nota citada por Associated Press.
El Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos tendría que triplicar su capacidad de detención y aumentar considerablemente el número de vuelos de deportación para cumplir los requisitos de la ley.
La carga financiera de la ley está causando problemas, sobre todo en una Cámara de Representantes muy dividida, en la que equilibrar las preocupaciones presupuestarias con las prioridades de aplicación de la ley sigue siendo un tema polémico.
Los esfuerzos para asignar los fondos necesarios a través de la conciliación presupuestaria, un proceso que permite la aprobación entre partidos, ponen de relieve las complejidades políticas de esta iniciativa.
La Ley Laken Riley también plantea interrogantes sobre su impacto en los inmigrantes que reciben protección contra la deportación en virtud de programas como la Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA). Aunque Trump intentó poner fin a DACA durante su primer mandato, su administración ha expresado en ocasiones su deseo de preservar las protecciones para los beneficiarios de DACA.
A medida que el proyecto de ley pasa a la Cámara de Representantes, controlada por los republicanos, para la aprobación final de las enmiendas del Senado, su aprobación marcaría un punto de inflexión en el enfoque de la administración hacia la inmigración y allanaría el camino para debates más amplios sobre la seguridad fronteriza y las preocupaciones humanitarias.
Con esta legislación, el gobierno de Donald Trump podrá deportar más rápidamente a los inmigrantes acusados de delitos simples.