n icono, un ferviente artesano de la paz y la democracia, una figura destacada en la lucha contra el apartheid”, no faltan palabras para saludar la partida del arzobispo emérito Desmond Tutu el domingo.
El presidente sudafricano, Cyril Ramaphosa, anunció oficialmente la muerte de este gran hombre que marcó la historia de su país y la de toda la humanidad.
“Este es un nuevo capítulo de luto en la despedida de nuestra nación a una generación de sudafricanos destacados”, dijo Ramaphosa en un comunicado.
Elogió la extraordinaria inteligencia e integridad del arzobispo Desmond Tutu, que lo hicieron invencible en la lucha contra el racismo en Sudáfrica. El fallecido era también un hombre de compasión y ternura, según apreció el jefe de Estado sudafricano.
En 1984, el Premio Nobel de la Paz fue concedido a Desmond Tutu en reconocimiento a su compromiso con los oprimidos de su país, finalmente liberados del yugo del apartheid.
Un apóstol de la libertad
El prelado falleció a la edad de 90 años. A lo largo de su vida, defendió, promovió y difundió las nociones de libertad y democracia no sólo en el continente africano, sino también más allá del alma mater.
Desmond Tutu tuvo la amabilidad de visitar Haití en 1984 para conmemorar el 200 aniversario de la independencia del país, que fue socavada a sabiendas por conspiradores de aquí y de otros lugares.
Sería demasiado bueno dejar que el país resurgiera de las cenizas como el ave fénix. Había que hacer todo lo posible para seguir degollándola, para hacerla pagar el precio de la libertad de la que estaba y sigue estando orgullosa, aunque se utilice a sus propios dirigentes e hijos.
Desmond Tutu había venido a conmemorar con los haitianos la declaración secular de la independencia nacional, pero éstos estaban demasiado enfrascados en sus pequeñas disputas como para darse cuenta de la dimensión del viaje. Desmond Tutu siguió los pasos de Toussaint Louverture y de los demás héroes de la guerra de independencia que procedían de la misma patria, África.
El arzobispo Tutu ha pasado a la otra vida. El pueblo haitiano saluda su memoria y le invita a ocupar su lugar no sólo en el panteón nacional, sino también en los panteones del mundo donde descansan los constructores de naciones que comparten las nociones universales de paz, libertad, tolerancia, progreso y humanismo que son el fundamento de la democracia.
Desmond Tutu nos ha dejado y la situación en Haití empeora. Seguirá velando por el pueblo de Haití como lo hará con el pueblo de Sudáfrica.
¡A Dios, Mgr. Tutu!