Por primera vez desde las conversaciones sobre la reunificación alemana, EEUU se ha sentado a la mesa de negociaciones con Rusia para discutir los problemas de la seguridad europea. Si Moscú no puede alcanzar sus objetivos estratégicos por medios diplomáticos, no dudará en recurrir a métodos alternativos.
La reunión del 21 de enero entre el ministro de Asuntos Exteriores ruso, Sergéi Lavrov, y su homólogo estadounidense, Antony Blinken, es la continuación de las intensas conversaciones de la semana anterior: la primera ronda de diálogo ruso-estadounidense sobre cuestiones de seguridad europea en Ginebra, seguida de las sesiones del Consejo Rusia-OTAN en Bruselas y del Comité Permanente de la OSCE en Viena. Esas durísimas conversaciones no terminaron en un escándalo público ni en una ruptura definitiva, pero tampoco inspiraron confianza en que la actual crisis de seguridad europea pueda resolverse pronto.
La falta de una solución diplomática conducirá lógicamente a una mayor escalada de la crisis, y aumentará las posibilidades de que la única forma de salir de ella sea mediante el uso de lo que los funcionarios rusos llaman “medios técnicos militares”. Mientras Rusia y Estados Unidos siguen evaluando la situación y se preparan para dar nuevos pasos, tiene sentido explorar las raíces de la crisis, analizar las vías y consecuencias de su escalada, y buscar formas alternativas de abordar el enigma de seguridad en el este de Europa.
Raíces de la crisis
Las raíces de la crisis pueden rastrearse con claridad. Con el final de la guerra fría y el colapso de la Unión Soviética, Washington y sus aliados establecieron un orden europeo basado en el papel dominante de EEUU y la posición central de la Alianza Atlántica como instrumento de regulación militar y política, garante de la seguridad occidental y del nuevo orden internacional. Rusia, que no había conseguido formar parte de Occidente en sus propios…