El respeto a los Derechos Humanos es considerado como una de las pocas políticas de Estado que la diplomacia argentina se compromete a apoyar a nivel internacional. Sin embargo, la interpretación y la implementación de esta política no parece tener lineamientos precisos, y tiende a ser manipulada por razones de afinidad ideológica y política. Parece necesaria una profunda discusión doméstica con respecto a qué conductas y parámetros son aceptables en materia de nuestra política exterior en este campo.
La elección de Alberto Fernández como presidente pro-tempore de la Celac (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños) ha reavivado el debate en torno a la defensa de los DD.HH. a nivel internacional. El gobierno argentino disminuyó el nivel de críticas al gobierno nicaragüense con respecto al encarcelamiento y maltrato de prominentes opositores políticos, para terminar con la negativa de ese país a su nominación. Ante este hecho, la presidenta del PRO Patricia Bullrich propuso que exista un debate serio sobre DD.HH., democracia y libertad entre los miembros del foro Celac. En realidad este episodio pone de manifiesto que también en la Argentina debe existir una discusión seria con respecto a esta importante política de Estado, y a los lineamientos para su implementación a nivel internacional.
En la última década, ha habido un ejemplo de una clara aplicación de esta política de Estado: la exclusión de Venezuela del Mercosur. El país caribeño fue expulsado por no cumplir con la llamada “cláusula democrática”, por poner a opositores políticos en prisión, violar DD.HH. y limitar las libertades democráticas. Contrastando con esto, en el caso de la Celac los conceptos de DD.HH., libertades individuales y democracia, son mucho más laxos. Esto ha llevado a Fernando Straface, secretario general y de Relaciones Internacionales de la CABA, a señalar que “la pretensión de ejercer la presidencia de la Celac no debe impedir…