La situación de seguridad en Haití ha alcanzado un nuevo nivel crítico, con más de 20.000 personas obligadas a abandonar sus hogares en Puerto Príncipe en menos de 3 días.
La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) informa de que este éxodo masivo, uno de los mayores desde agosto de 2023, es consecuencia directa de la intensificación de las actividades delictivas de las bandas que están reforzando su control sobre la capital.
Más de 17.000 de los desplazados se han refugiado en 15 lugares de acogida temporal repartidos por la capital. Estas instalaciones improvisadas se están viendo desbordadas por la afluencia de familias, mientras que las redes de distribución de bienes de primera necesidad se colapsan progresivamente.
«El creciente aislamiento de Puerto Príncipe está empeorando considerablemente una situación humanitaria ya catastrófica», señala Grégoire Goodstein, responsable de la OIM en Haití. Señala que «sólo el 20% de Puerto Príncipe sigue siendo accesible», lo que dificulta seriamente la labor de los equipos humanitarios que llegan a las poblaciones más afectadas.
La violencia de las bandas ha paralizado prácticamente la capital haitiana. Recientemente, los disparos dirigidos contra aviones comerciales han deteriorado aún más la situación de seguridad, incluyendo un incidente de alto perfil cuando un avión de Spirit Airlines fue alcanzado mientras aterrizaba en el aeropuerto nacional. Un miembro de la tripulación resultó herido en el incidente, lo que ilustra la escalada de peligros.
Ante esta situación, la Administración Federal de Aviación estadounidense (FAA) suspendió todos los vuelos a Haití durante un periodo inicial de 30 días. Esta medida aisló aún más al país al cortar su principal enlace aéreo internacional.
Con el acceso al principal puerto marítimo de Puerto Príncipe también restringido por las bandas que controlan las principales carreteras, la entrega de recursos vitales a las poblaciones vulnerables es cada vez más compleja.
Desde el asesinato del presidente Jovenel Moïse en julio de 2021, Haití se ha sumido en una espiral de inestabilidad política y de seguridad sin precedentes. La actual oleada de desplazamientos se intensifica a medida que las bandas armadas consolidan sus alianzas, extienden su control a nuevos territorios de la capital, aíslan sistemáticamente a las comunidades y refuerzan su dominio de Puerto Príncipe.
Frente a este aumento de poder, la Policía Nacional de Haití, crónicamente mal equipada y cruelmente escasa de personal, se ve incapaz de contener la expansión de los grupos armados. Las estadísticas de la Oficina de Derechos Humanos de las Naciones Unidas son alarmantes, con casi 4.000 víctimas de la violencia de las bandas registradas en 2024, lo que da testimonio de la escala devastadora de esta crisis de seguridad.
La escalada de la violencia de las bandas ha agravado especialmente la vulnerabilidad de mujeres y niños. Según datos de la OIM, «el 94% de las mujeres y niñas desplazadas se enfrentan a un mayor riesgo de violencia». Los casos de violencia de género se multiplican de forma espectacular, con el uso sistemático de la violencia sexual como instrumento de terror, dejando al descubierto la extrema vulnerabilidad de las poblaciones desplazadas.
A pesar de un contexto operativo extremadamente complejo marcado por las restricciones de acceso y la inseguridad generalizada, la OIM y sus asociados prosiguen sus esenciales empeños de asistencia a través de :
Clínicas móviles: Desplegadas directamente en los lugares de desplazamiento para proveer atención médica esencial.
Apoyo al alquiler: Programa de asistencia para garantizar el alojamiento de las familias desplazadas.
Protección y apoyo psicológico: Mayor apoyo a las personas traumatizadas.
Suministro de agua: Distribución regular de agua potable en los lugares de acogida.
Apoyo en los pasos fronterizos: Facilitar viajes seguros a las personas que huyen de la capital.
«Los equipos humanitarios se enfrentan a obstáculos considerables para llegar a las poblaciones afectadas», insistió Grégoire Goodstein.
Los esfuerzos humanitarios en Haití se ven gravemente comprometidos por un déficit crítico de financiación. Las cifras de la OIM revelan una situación alarmante: el plan de respuesta de la ONU, valorado en 674 millones de dólares, sólo ha recibido el 42% de los fondos necesarios.
«Sin un compromiso financiero internacional inmediato y sustancial, asistiremos a un deterioro catastrófico de la situación humanitaria», ha subrayado Goodstein, instando a la comunidad internacional a intensificar su apoyo al pueblo haitiano en apuros.
La OIM reafirmó la importancia fundamental de respetar los principios humanitarios en esta crisis sin precedentes. La organización ha hecho un enérgico llamamiento a todos los actores para que garanticen la neutralidad e imparcialidad de las operaciones humanitarias, asegurando un acceso sin restricciones a las poblaciones vulnerables y preservando la integridad de las intervenciones de emergencia.
A pesar de estos importantes obstáculos, la OIM prosigue sus operaciones en todo el país, gestionando centros de protección para migrantes y desarrollando iniciativas de estabilización comunitaria, esforzándose por prestar una asistencia vital a unas poblaciones cada vez más vulnerables, señala la organización de la ONU en un informe publicado el lunes.